La depresión en el mundo de la felicidad
Según muchos epidemiólogos, la depresión es la enfermedad del siglo XXI. Más allá de la tristeza, el insomnio y las ganas de no vivir características de la depresión, se encuentran elementos sociales y relacionales que trazan distinciones en la manera como se presenta la depresión en cada persona, dando un sentido amplio y complejo a este conjunto de síntomas.
Cómo comprender las dinámicas interaccionales en las que emerge la depresión es una de las preguntas que se hacen hoy en día los psicólogos, psiquiatras, terapeutas y otros profesionales de la salud mental a la hora de generar intervenciones terapéuticas potentes en las que se trascienda el alivio paliativo de los síntomas.
La depresión en los manuales de trastornos mentales
En el DSM-V y la CIE-10 –manuales internacionales de clasificación diagnóstica de las enfermedades mentales- se encuentran distintos diagnósticos dentro del espectro de los estados depresivos: la distimia, el episodio depresivo mayor, la depresión bipolar, entre otros. Sin embargo, lo que popularmente se denomina depresión corresponde a la categoría diagnóstica de trastorno depresivo mayor.
Para su diagnóstico, se evalúa la presencia de un estado de ánimo triste, disfórico o irritable, incapacidad para disfrutar las actividades que antes causaban placer, pérdida o aumento de peso, dormir mucho o dormir poco, sentimientos de culpa o inutilidad, pensamientos de muerte o ideas suicidas, entre otros criterios durante mínimo dos semanas. ¿Qué hay más allá de estos criterios? ¿Qué otras perspectivas explican y facilitan el abordaje terapéutico del sufrimiento humano más allá de la medicalización de la vida?
Denominar las distintas expresiones del sufrimiento humano como enfermedades es una opción, pero no la única ni la que nosotros privilegiamos en la intervención psicoterapéutica con quienes nos consultan.
Te puede interesar:
Tengo miedo al VIH: prejuicios, mitos y estigma frente al VIH
Amigos LGBT: ¿cómo conocerlxs y ampliar tu red de apoyo?
Adicto a Grindr: ¿Cómo salir del círculo vicioso?
¡No quiero sentir vergüenza por ser LGBT!
Empezar una nueva relación: ¿Cómo saber si estás listx?
Perspectiva sistémica del sufrimiento
Desde la perspectiva ecosistémica y compleja, resulta fundamental desarrollar una lectura de cada caso sobre medidas, reconociendo los elementos singulares que se conjugan para alimentar el malestar en cada consultante. La conducta depresiva tiene un sentido particular para cada persona y es por demás una respuesta adaptativa.
Por ejemplo, los altos porcentajes de trastornos del estado de ánimo (15%) reportados por el Estudio Nacional de Salud Mental de 2003 en Colombia, confirmarían la alarma de una pandemia de depresión mundial desde una visión epidemiológica descontextualizada, pero si analizamos estos índices en el contexto nacional, podrían ser comprendidos como un signo de la sensibilidad humana como capacidad adaptativa y hablarían más bien de las necesidades de cambio social, económico y político.
Por tanto, la salud emerge en un complejo conjunto de dimensiones en interacción y así mismo el sufrimiento y sus manifestaciones (la depresión, la angustia, y muchas otras) surgen en la conjugación de los múltiples factores de la vida. Es en esa diversidad de miradas donde están también las alternativas terapéuticas que serán siempre únicas para cada persona o sistema relacional.
En una sociedad obsesionada con la felicidad no hay lugar para la tristeza
El entorno social actual constantemente señala la importancia de ser felices a cualquier costo, una felicidad que implica no sentir tristeza, rabia, ansiedad, culpa, dolor u otras emociones y sensaciones“negativas”, una felicidad asociada al éxito profesional, económico y afectivo, así como a tener todo bajo control o aparentar tenerlo.
En este contexto estar triste es peligroso, representa un obstáculo en el camino al éxito: “no tengo tiempo para estar triste“, “que bobada, no tengo por qué sentirme así“. Estas voces se convierten en un coro constantecuando la tristeza entra en escena, lo cual puede desencadenar una situación más crítica.
La sexo-afectividad no es un fenómeno únicamente biológico, sino que además se trata de un fenómeno social y psicológico, en el que cada persona puede decidir.
Así como no existe una única forma de estar deprimido, no existe una sola manera de intervenirla
La tristeza es una reacción normal frente a distintas circunstancias de la vida. Por ejemplo las pérdidas, ya sea de relaciones importantes, trabajos o proyectos, pueden ser motivos para sentir tristeza. Estancarse allí y vivir la vida únicamente desde el impacto de este evento puede transformar la tristeza en depresión. Por el contrario, la puesta en marcha de recursos personales o sociales puede hacer un contrapeso a la situación de pérdida y permitir el movimiento hacia otros escenarios vitales.
Por otro lado, la depresión también puede ser una manera de comunicarle a otros una necesidad de ayuda o de responder frente a presiones familiares o sociales. En este sentido una inmovilidad o rigidez manifestada en un estado depresivo puede ser una forma de responder frente a estos conflictos.
Finalmente, la manera como se comprenden los problemas marca la forma y el tipo de intervención a llevar a cabo. Una perspectiva compleja y contextual permite encontrar la singularidad y el sentido de cada depresión para así permitir cambios y nuevas formas de comprender y abordar estos estados de ánimo.
Cuéntanos, ¿cómo comprendes tu la depresión?, ¿qué elementos pueden ser útiles para manejarla?
Te invitamos a dejar tus opiniones, ideas, experiencias y aportes sobre este tema en la sección de comentarios que encontrarás debajo del formulario de contacto. ¡Queremos oírte!