Los cambios de ánimo en el mundo de hoy: ¿bipolares, unipolares o multipolares?
La bipolaridad o el trastorno afectivo bipolar afecta aproximadamente a 100 millones de personas en el mundo -1.2% de la población- y en los últimos años ha prendido las alarmas en la comunidad científica, al convertirse en un diagnóstico cada vez más común en edades más tempranas. ¿Qué miradas más allá de lo médico se pueden tener sobre labipolaridad?, ¿cómo entender el estado de ánimo y sus cambios desde una mirada amplía y compleja?
¿Qué es el trastorno afectivo bipolar?
Las personas diagnosticadas como bipolares viven en una constante alteración en el patrón de fluctuación del estado de ánimo, experimentando periodos de depresión y periodos de manía o hipomanía. La manía consiste en una elevación del estado de ánimo, manifestándose con euforia o irritabilidad, que se presenta con una pérdida de contacto con la realidad y altera gravemente la funcionalidad de la persona,. Por otro lado, en la hipomanía se presenta una elevación un tanto menos aguda que en la manía, no hay pérdida de contacto con la realidad y puede incluso ser muy funcional para la persona.
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“Mi novia es bipolar” y “el clima es bipolar”: ¿acaso todo es bipolar?
Frente a la creciente popularidad que ha ganado este trastorno, las personas en el día a día han aprendido a leer los cambios desde el término “bipolar”. Estar feliz o estar triste se convierten en las dos únicas posibilidades con las que contamos para expresar como nos sentimos, dejando de lado la amplia gama de emociones de las que disponemos y la posibilidad de experimentar estados complejos que combinen emociones aparentemente incompatibles como la felicidad y la tristeza o el amor y el odio.
Muchas personas comparten la misma expectativa: poder suprimir o controlar los estados de ánimo, lograr manejar esa “bipolaridad” y alcanzar el equilibrio como la meta última y más importante de sus vidas, como requisitos previos para vivir. Frases como “no quiero sentirme más así” o “yo quiero poder manejar mis emociones” son comunes en los consultorios psicológicos y reflejan esta dinámica que en ocasiones constituye el problema y no la solución.
Tal vez la dificultad no se encuentre en lo que sentimos sino en las estrategias en las que nos embarcamos para controlar o eliminar esas emociones, en lo que hacemos o dejamos de hacer para alcanzar esa estabilidad que nos han vendido como necesaria para lograr la plenitud y la satisfacción. Pero ¿de dónde proviene ese miedo al cambio y ese deseo de estabilidad?
Tal vez el problema no es lo que sentimos, sino las estrategias que utilizamos para controlar o eliminar esas emociones.
Gimnasio, trancones, reuniones en el trabajo, peleas con mi pareja, cena con mis padres, ¿algo más para hoy?
En el día a día vivimos múltiples y fluctuantes situaciones que demandan de nosotrosflexibilidad y energía. Sin embargo, paradójicamente la sociedad demanda que seamosequilibrados, nos vende la idea de que para ser exitosos, buenos hijos, buenas parejas e incluso buenos ciudadanos debemos ser estables, es decir no alterarnos con facilidad y tener trabajos, rutinas, salarios e identidades estables, así como tener siempre lista una sonrisa para todos.
La sociedad demanda de nosotros una tarea imposible: por un lado nos pide estar listos para enfrentar cualquier situación y por otro lado nos exige que nos mostremos inmunes e inamovibles frente a las cosas que vivimos día a día. Estas demandas incompatibles influyen de manera notable en nuestras emociones.
Nuestro estado de ánimo, lejos de ser algo incomprensible, interno y aislado, se encuentra en absoluta sintonía con el mundo externo. Así que si entramos en esta paradoja, seguiremos viviendo en busca de la estabilidad en un mundo hecho para multipolares.
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