“La Biblia de la Psiquiatría” y las identidades LGBT: ¿enfermedades mentales u opciones de vida?
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales –DSM–, editado por la Asociación Americana de Psiquiatría –APA–, ha orientado la actuación de médicos, psiquiatras y psicólogos desde su primera edición en el año de 1952.
Recientemente la quinta versión de este manual –DSM-V– fue publicada en medio de una incesante polémica, en la que algunos sectores LGBT se vieron incluidos.
El nuevo manual diagnóstico de trastornos mentales: ¿un avance o un retroceso?
El pasado mes de mayo fue publicada la quinta edición del DSM, que reúne y modifica algunos de los criterios que utilizan psiquiatras y psicólogos para diagnosticar y tratar a personas con algún tipo de trastorno mental. Enorme preocupación y desacuerdos ha suscitado este hecho, pues este nuevo Manual cataloga como afecciones mentales comportamientos habituales, por ejemplo estar triste frente a una pérdida o sentir ansiedad ante las preocupaciones cotidianas.
Incluso Allen Frances, un reconocido psiquiatra estadounidense, quien en su momento lideró la revisión a la cuarta versión del DSM, ha criticado fuertemente esta nueva clasificación al considerar que incurre en una “inflación diagnóstica“, disminuyendo el rango de lo considerado “normal”, desviando la atención y el tratamiento de perturbaciones mentales mucho más severas.
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La homosexualidad no es una enfermedad mental
Específicamente en lo que atañe a los sectores LGBT, a lo largo de su historia el DSM ha clasificado las sexualidades e identidades de género no normativas como patologías mentales. Sin embargo, a través de los años y los cambios de versión del manual, este tipo de diagnósticos han venido transformándose y algunos han ido desapareciendo.
Tal es el caso de la homosexualidad, retirada como diagnóstico en la segunda edición del DSM, publicada en 1973, y sustituida por una categoría más sencilla denominada “perturbaciones de la orientación sexual“. Posteriormente, en el DSM-III se realizó una nueva modificación, dando paso a la categoría diagnóstica de homosexualidad egodistónica, lo que indicaba que, para ser considerada un trastorno, la orientación sexual debía ocasionar un malestar muy significativo al individuo. Su contraparte, la homosexualidad egosintonica, que no ocasiona ningún malestar al individuo, fue excluida del manual.
Finalmente, en 1987 se da la revisión de la tercera edición del manual y la homosexualidad es totalmente retirada.
La sexo-afectividad no es un fenómeno únicamente biológico, sino que además se trata de un fenómeno social y psicológico, en el que cada persona puede decidir.
Las identidades de género diversas en el DSM
Resulta curioso que la salida de la homosexualidad del DSM coincidacon la inclusión del “trastorno de la identidad sexual” o “trastorno de la identidad de género” en el manual. Importantes teóricos y activistas, como la filósofa Judith Butler y la psicóloga Kelly Winters, piensan que fue una movida estratégica de los psiquiatras para continuar diagnosticando a quienes no cumplen con la normatividad del género y del deseo. Con la publicación del DSM-V en mayo de 2013,este diagnóstico sufrió cambios importantes.
Esta nueva clasificación elimina la categoría “Trastorno de la Identidad Sexual” o “Trastorno de la Identidad de Género“, utilizada en el DSM-IV, para dar paso al término “Disforia de Género” para designar el grupo de síntomas que definen esta condición.
Perspectivas sobre la disforia de género como criterio diagnóstico
Este cambio ha suscitado varios puntos de vista. Por un lado, algunos sectores celebran el reemplazo del término, especialmente quienes abogan por una despatologización total, como los y las activistas de la campaña Stop Transpatologización–2012, pues consideraban la antigua clasificación como “denigrante” y “perjudicial” al “aumentar el estigma alrededor de la transexualidad“.
Algunas miradas al respecto argumentan que este cambio representa diferencias conceptuales y de tratamientoimportantes que despatologizan las identidades trans.
La disforia, antónimo de euforia y sinónimo de malestar, se perfila como síntoma principal del diagnóstico, alejándose del carácter inherente del término “identidad”, presente en la anterior clasificación.
Esto significa que la experimentación o no de malestar con el género asignado es un elemento posible pero no determinante de las experiencias de vida trans.
Otras perspectivas señalan que esta nueva clasificación presenta un “cambio de escenario pero no de situación“, pues psiquiatras y psicólogos/as ya venían utilizando como principal elemento diagnóstico el malestar producido por la no concordancia sexo-genérica.
Ambas posturas reconocen que el cambio aporta beneficios al reconocer que el malestar que las personas trans experimentan muchas veces está dado por el prejuicio social existente y al eliminar como criterio diagnóstico la intensa identificación con las características estereotipadas de lo masculino y lo femenino.
A manera de conclusión, presentamos las palabras de Jack Drescher, miembro del subcomité de la APA que trabajó en la revisión del diagnóstico: “queríamos enviar el mensaje de que el trabajo de los terapeutas no es patologizar“.
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