Educar en la diversidad: ¿por qué es necesario?
¿Por qué es importante educar en la diversidad en el contexto colombiano? ¿Puede esta ser una manera de prevenir el bullying homofóbico en los colegios?
¿Quién dice que hay que educar en la diversidad?
La revisión que ha hecho el Ministerio de Educación Nacional (MEN) a los Manuales de Convivencia de los colegios públicos y privados en Colombia desde 2016 ha generado gran polémica.
Esta revisión parte de la Sentencia T-478/15 que ordena que el MEN:
“realice una revisión extensiva e integral de todos los Manuales de Convivencia en el país para determinar que los mismos sean respetuosos de la orientación sexual y la identidad de género de los estudiantes y para que incorporen nuevas formas y alternativas para incentivar y fortalecer la convivencia escolar y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos de los estudiantes, que permitan aprender del error, respetar la diversidad y dirimir los conflictos de manera pacífica, así como que contribuyan a dar posibles soluciones a situaciones y conductas internas que atenten contra el ejercicio de sus derechos” (Sentencia T-478/15)
La Asociación Nacional de Colegios Privados considera que se está limitando la autonomía institucional y la libertad de cátedra. Consideran que se restringe la libertad de los padres de familia frente a la educación que desean para sus hijos. En definitiva, señalan que esta medida impone una “ideología de género” que limita la libertad para educar bajo sus convicciones.
Nosotros como psicólogos clínicos día a día vemos los efectos de la discriminación. No solo los observamos en niñxs, sino también en adultos que fueron víctimas de bullying homofóbico en su infancia. Por tanto, no podemos quedarnos distantes de este debate.
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Los colegios deben educar en la diversidad
Es preocupante que el debate se quede en la autonomía de colegios y padres para educar a lxs niñxs. Consideramos que lxs niñxs no pueden seguir siendo percibidxs como objetos que les pertenecen a los adultos. Ni los menores son objetos materiales ni el registro civil de nacimiento es el certificado de propiedad.
Estas lógicas de pertenencia de los otros (parejas, hijxs, amigxs, etc.) son muy peligrosas. Perpetúan las creencias que legitiman las dinámicas de violencia: “lo que pase bajo mi techo es mi problema”, “los trapos sucios se lavan en casa”, “es mi mujer y yo veré cómo la trato”, “son mis hijos y yo decido cómo los educo”.
Por otra parte, pensar que la educación de lxs niñxs solo les compete a los padres es una fantasía insostenible. Como seres sociales estamos todo el tiempo en relación con otros. El colegio no puede ser un lugar solo para aprender matemáticas: ¡esto sería gravísimo!
Por el contrario, el colegio es un lugar para aprender a ser. Allí se aprenden valores y nos vamos construyendo para con-vivir. El colegio es un espacio, no solo de educación, sino de formación. Así, claramente educar en la diversidad y la pluralidad sí es algo que les compete a las instituciones educativas.
Cuando nos dejamos de mirar nuestro propio ombligo y levantamos la cabeza para ver que el mundo está hecho de colores, empezamos a construir un mundo más humano.
¿Qué efectos tiene el bullying homofóbico?
Si en un salón de clase hay cuarenta niñxs, existen allí cuarenta formas distintas de ver el mundo. Es necesario preparar a lxs niñxs para vivir con la diferencia, para no asustarse con el otro distinto. De esta manera promovemos que se sientan orgullosxs de ser quienes son. Por eso hay que educar en la diversidad.
A nosotros como psicólogos nos preocupan estos discursos de odio a las personas LGBT, estos discursos anti “ideología de género” que dividen, patologizan y juzgan, les hagan mucho daño a lxs niñxs. Estos discursos perpetúan el odio y el bullying homofóbico, ya que no permiten la existencia de seres diversos.
Ya en la literatura científica se ha evidenciado que la discriminación y el bullying homofóbico son las causas de que los jóvenes LGBT tengan índices más altos de suicidio y de trastornos psiquiátricos que sus contrapartes heterosexuales.
Mientras las personas LGBT (como lo señala Fergusson1, 1999) sigan teniendo tasas significativamente más altas de ideación suicida, intentos de suicidio y trastornos psiquiátricos, nosotros seguiremos pensando que la educación no solo les compete a los padres y a los colegios. Nosotros consideramos que tenemos una corresponsabilidad en la formación de quienes integran la sociedad y tenemos que ser responsables de lo que nuestras creencias, valores, convicciones y apuestas están generando en otros.
¡Es necesario educar en la diversidad!
No podemos seguir reduciendo el debate a un tema de “ideología de género”. Lo que está en juego es la oportunidad de educar en la diversidad, no solo sexual y de género, sino una diversidad que permita lo diferente. La diversidad que permite que las personas en situación de discapacidad puedan existir de forma legítima. Una diversidad que permita que tengamos distintos colores de piel o distintos credos y no nos matemos por esto. Lo que está abriendo la sentencia T-478/15 es la posibilidad de que cada ser pueda encontrar un lugar legítimo en el mundo.
Los padres y los colegios reclaman la libertad para educar de acuerdo a los valores que más les parezcan adecuados. Pero mientras ellxs sean parte de una sociedad pluralista y diversa, esa educación que se imparte detrás de los muros de los colegios también nos impacta a todxs.
Cuando dejamos de mirarnos el ombligo y levantamos la cabeza para ver el mundo lleno de colores, la vida cambia. En ese momento empezamos a construir un mundo más humano, donde todxs podemos existir sin ser percibidxs como una amenaza.
1 D.FERGUSSON, L.HORWOOD, A.BEAUTRAIS, Is sexual orientation related to mental health problems and suicidality in young people? , in “Archieves of General Psychiatry”, vol.56, n.10, 1999, pp.876 – 888.
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