Prácticas BDSM: la sombra de una sexualidad no tan oculta
Recientemente, la novela erótica 50 sombras de Grey, escrita por E. L. James, ha suscitado un gran interés en los lectores del mundo. Más conocida por su nombre en inglés, Fifty shades of Grey es el primer volumen de una trilogía que narra la historia de Anastasia Steele y Christian Grey y sus prácticas BDSM, siendo el libro más rápidamente vendido en la página de compras por internet Amazon, superando a la saga de Harry Potter de J.K. Rowling.
Ante el boom mediático que ha despertado esta novela, la curiosidad por el BDSM ha aumentado en la sociedad en general. Incluso algunos cantantes pop han interpretado canciones al respecto. ¿Qué significa BDSM? ¿Qué relación existe entre el BDSM y la psicología?
¿Qué es el BDSM?
La sigla BDSM se encuentra compuesta por cuatro letras que aluden a distintas prácticas sexuales consideradas no convencionales: B (Bondage), D (Disciplina y Dominación), S (Sumisión y Sadismo) y M (Masoquismo). Este tipo de prácticas operan bajo un triple principio que brinda garantías para realizarlas, ser seguras, sanas y consensuadas –SSC–.
Desde esta óptica, algunos de los elementos centrales de las prácticas BDSM son la responsabilidad con el otro, el respeto de los límites y la comunicación; contrario a lo que se cree no se trata de una práctica violenta e impulsiva, sino que por el contrario cuenta con un sinnúmero de reglas, códigos verbales y accesorios que garantizan que sea disfrutada y segura para quienes se involucren en ella.
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Patologización de prácticas sexuales alternativas
A pesar de que el BDSM se basa en estos principios, desde algunos sectores de la psiquiatría y en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su Quinta Edición –DSM-V–recientemente publicada, las prácticas BDSM son consideradasparafilias o fijaciones sexuales inusuales. Sin embargo, para considerar estas prácticas como un trastorno mental deben constituirse como la única forma de obtener placer y al mismo tiempo causar un “malestar clínicamente significativo” en quien las ejecuta por un tiempo mínimo de 6 meses.
Esta clasificación, aunada a los prejuicios existentes en relación a la práctica de sexualidades distintas a la convencional, han llevado al rechazo y la estigmatización de este tipo de sexualidades y de quienes las practican, considerándolos como enfermos y pervertidos, concepciones totalmente erróneas y que solo reflejan el desconocimiento y rechazo hacia relaciones sexuales alternativas.
Otras perspectivas sobre el BDSM
Desde otras posturas, científicamente fundamentadas, las personas que se involucran en prácticas BDSM resultan ser más abiertas, más sensibles y más seguras de sí mismas en sus relaciones interpersonales.
A su vez, las parejas que incluyen en su intimidad el BDSM resultan ser comunicativas en extremo y logran vencer la monotonía en la cama, dos factores que indudablemente influyen en el bienestar de la vida en pareja.
Es por esto que, contrario a lo que se cree, las relaciones BDSM se enmarcan en contextos seguros, sanos, íntimos, donde la cercanía, el contacto y la comunicación cercana y abierta con el otro son fundamentales.
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Tradicionalmente, la psicología y la psiquiatría han patologizado las prácticas sexuales alternativas como el BDSM.
